Acudía a tu auxilio de forma inmediata. ¿Hola, qué tal?, tu sonrisa y perdí por goleada. Te apoderaste al instante de mi ocio y al fin y al cabo, pude entender que hiciste negocio. Una ráfaga de balas seductoras, no lograban vulnerar una coraza idiota y con mi seguridad ya en la miseria, fuimos por un fernet, juntos, los 3: vos, yo y tu histeria.
Sin mucho más que hablar, nos despedimos. Comprobé que ya era inútil extender este partido, colgué los timbo y bajé la persiana, sin embargo, tu auto estima cascoteó mi ventana. Sugerías necesitar mi delirio. Para ganar espacio, me mostré cual tipa tibia. Empezó a inquietarte mi nueva conducta, pero caí derrotada por tus brotes de astucia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario