Eternamente enamorados…
(no es tan bueno como parece)
Efectivamente hay personas que quedan capturadas en el enamoramiento,
pero eso que parece ser una muy buena noticia, suele no serlo. Porque aunque
pueda parecer algo maravilloso esto de ser amado de esa manera tan idealizada,
de saber que la otra persona está siempre pendiente de nuestros deseos, es
necesario poner el acento en lo difícil que puede llegar a ser para alguien
tener que soportar el lugar del que siempre completa al otro, del que tiene
todo lo que el otro necesita.
Lo que ocurre es que hay quienes no están en condiciones psicológicas
para emprender una relación sana y, entonces, cuando se les termina la novela
rosa, se les termina el amor. Porque, en definitiva, la relación de amor tiene
que ver con eso de poder discriminar lo que el otro tiene para dar, de lo que
no tiene; y es más, a lo mejor lo tiene pero no lo quiere dar, y es su derecho.
Por eso se hace necesaria una cuota de madurez para tener ese respeto
por la voluntad del otro e intentar ser feliz a pesar de esto que no puede o no
quiere dar.
Cuando alguien no es respetuoso de esta dinámica, la relación se vuelve
patológica. ¿Por qué? Porque va a buscar de cualquier modo lo que no obtiene y
va a atormentar al otro, lo va a presionar y esto va a hacer que su pareja se
siente mal, cuestionada y exigida todo el tiempo.
Pues bien, el celoso es antes que nada un sujeto que vive con la
sensación de estar permanentemente en peligro; torturado por el temor de que
venga otro a robarle lo que ama.
El celoso vive abrumado por esos cuestionamientos que dirige, a veces
en silencio, a su pareja: ¿qué es lo que piensa, qué es lo que mira, qué es lo
que siente? Tiene la necesidad de tener bajo control todos los aspectos de la
persona que quiere, por el temor a que se vaya con alguien mejor. Como decíamos
al comienzo del encuentro, de que le dé a otro lo que él quiere para sí.
Al hombre celoso en realidad, no le alcanza nada. Ni la sonrisa, ni el
cuerpo, ni la mirada que se le entrega a él. Es como si quisiera tener hasta la
exclusividad de su pensamiento y aún más. Querría tenerlo todo.
Pero, recordemos algo que dijimos en el primer encuentro: todo no se
puede.
Y ésta es la tortura del celoso; o la celosa. Que no le alcanza con nada,
porque lo que busca es otra cosa; lo que busca no se lo puede dar la persona
que ama porque siempre querrá mas.
La dinámica de los celos: si le da su cuerpo, quiere su amor, si le da
su amor, quiere sus pensamientos, si le da sus pensamientos, querrá también en
sus recuerdos y seguirá, hasta que en algún momento, la pareja no va a poder
darle todo, porque lo que está pidiendo es otra cosa. Algo que ni el mismo sabe
qué es.
Dice Freud que nunca estamos menos protegidos contra el dolor que
cuando amamos. Porque es imposible no ser un enamorado en peligro ya que, todo
el que ama, corre un riesgo.
El celoso, y llegamos por fin a una primera definición, es aquel al que
ese riesgo se le vuelve una tortura.