viernes, 14 de febrero de 2014

Eternamente enamorados…
(no es tan bueno como parece)

Efectivamente hay personas que quedan capturadas en el enamoramiento, pero eso que parece ser una muy buena noticia, suele no serlo. Porque aunque pueda parecer algo maravilloso esto de ser amado de esa manera tan idealizada, de saber que la otra persona está siempre pendiente de nuestros deseos, es necesario poner el acento en lo difícil que puede llegar a ser para alguien tener que soportar el lugar del que siempre completa al otro, del que tiene todo lo que el otro necesita.
Lo que ocurre es que hay quienes no están en condiciones psicológicas para emprender una relación sana y, entonces, cuando se les termina la novela rosa, se les termina el amor. Porque, en definitiva, la relación de amor tiene que ver con eso de poder discriminar lo que el otro tiene para dar, de lo que no tiene; y es más, a lo mejor lo tiene pero no lo quiere dar, y es su derecho.
Por eso se hace necesaria una cuota de madurez para tener ese respeto por la voluntad del otro e intentar ser feliz a pesar de esto que no puede o no quiere dar.
Cuando alguien no es respetuoso de esta dinámica, la relación se vuelve patológica. ¿Por qué? Porque va a buscar de cualquier modo lo que no obtiene y va a atormentar al otro, lo va a presionar y esto va a hacer que su pareja se siente mal, cuestionada y exigida todo el tiempo.
Pues bien, el celoso es antes que nada un sujeto que vive con la sensación de estar permanentemente en peligro; torturado por el temor de que venga otro a robarle lo que ama.
El celoso vive abrumado por esos cuestionamientos que dirige, a veces en silencio, a su pareja: ¿qué es lo que piensa, qué es lo que mira, qué es lo que siente? Tiene la necesidad de tener bajo control todos los aspectos de la persona que quiere, por el temor a que se vaya con alguien mejor. Como decíamos al comienzo del encuentro, de que le dé a otro lo que él quiere para sí.
Al hombre celoso en realidad, no le alcanza nada. Ni la sonrisa, ni el cuerpo, ni la mirada que se le entrega a él. Es como si quisiera tener hasta la exclusividad de su pensamiento y aún más. Querría tenerlo todo.
Pero, recordemos algo que dijimos en el primer encuentro: todo no se puede.
Y ésta es la tortura del celoso; o la celosa. Que no le alcanza con nada, porque lo que busca es otra cosa; lo que busca no se lo puede dar la persona que ama porque siempre querrá mas.
La dinámica de los celos: si le da su cuerpo, quiere su amor, si le da su amor, quiere sus pensamientos, si le da sus pensamientos, querrá también en sus recuerdos y seguirá, hasta que en algún momento, la pareja no va a poder darle todo, porque lo que está pidiendo es otra cosa. Algo que ni el mismo sabe qué es.
Dice Freud que nunca estamos menos protegidos contra el dolor que cuando amamos. Porque es imposible no ser un enamorado en peligro ya que, todo el que ama, corre un riesgo.
El celoso, y llegamos por fin a una primera definición, es aquel al que ese riesgo se le vuelve una tortura.

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